Woow… esa fue mi expresión cuando llegue al Museo Nómada. Cuando vi la muestra fotográfica Cenizas y Nieve de Gregory Colbert (Canadiense por cierto).
¿Nómada? Si. Un Museo Peculiar algo así como ambulante. Lleno de un encanto y magia, donde se ve reflejado el sueño de un ser, mostrando una comunión entre la naturaleza y el hombre.
Las fotografías de Gregory son como esas cajitas que te venden en los circos con una pequeña foto de toda la familia o de la sonrisa del niño, ¡qué caja! ves como los seres somos eso: seres que conviven en un universo, la integridad de un todo en una fotografía. Una exposición de más de 53 fotografías en color sepia principalmente dejando ver un poco la búsqueda del artista y su forma de concebir la vida.
¿Nómada? Si. Un Museo Peculiar algo así como ambulante. Lleno de un encanto y magia, donde se ve reflejado el sueño de un ser, mostrando una comunión entre la naturaleza y el hombre.
Las fotografías de Gregory son como esas cajitas que te venden en los circos con una pequeña foto de toda la familia o de la sonrisa del niño, ¡qué caja! ves como los seres somos eso: seres que conviven en un universo, la integridad de un todo en una fotografía. Una exposición de más de 53 fotografías en color sepia principalmente dejando ver un poco la búsqueda del artista y su forma de concebir la vida.
Recargada sobre una de las paredes de bambú del Museo me quedo de pie, mirando uno de los videos, escucho las gotas que se ven en una toma y observo nuevamente a los animales y a algunos hombres acompañándose en esa comunión.
Woow y más woow. Los aromas, sonidos, colores y texturas que la naturaleza repressenta, me llevo a recordar todos aquellos bellos lugares en los cuales he estado y los seres que se encontraban en ese momento. “Naturaleza divina” alguna vez escuche decir pues eso reflejaba las fotografías.
